sábado, 16 de mayo de 2009

El día estuvo nublado, y eso me puso inmensamente feliz: no hizo calor, todo estuvo tranquilo, en paz; las finas gotas de lluvia cayeron suave y cálidamente sobre mi cara y mi cabello sin importarles su destrucción; agradecí su gesto noble de morir por mi, ignorando todo pañuelo arrasador, de repente abandoné todo y recordé: una vez, cuando me contaste un cuento, lo hiciste muy bonito, imitaste las voces, hiciste ademanes, aunque yo sabia que estabas inventando la historia, porque no leías el libro, solo veias de reojo las imágenes de vez en vez, y seguias hablando, me acuerdo, me acuerdo de todo, del libro, del cuarto, estaba nublado, era de dia, como hoy, fue muy divertido, es de los pocos recuerdos de verdad entrañables, porque en ese tiempo yo pasaba bastante tiempo sola, no se porqué, solo se que así era, ahora no seré yo quien escuche tus historias; hay nuevos oídos para ti. Muchas veces he querido eternizar momentos de esos, no puedo hacerlo , siempre fracaso, no es necesario, pero mis intentos resultan dulzones , alegres… no me entrstece saber que el tiempo no regresa, lo único que puedo entender es que cuando el momento se vive con todos los sentidos y todo el corazón, se eleva y trasciende , nuestra mente lo encamina y se conduce solo, ahí se queda, para siempre, como un arbol de dulces y hermosos frutos que pruebo cada vez que visito la huerta de mis recuerdos.

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